martes, 21 de octubre de 2014

NO TE PREOCUPES POR LO QUE NO SABES, OCUPATE DE LO QUE YA SABES.



2º Corintios 10:5 Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios,
y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo. Amén.

PRIMERA PARTE: HAY QUE DERRIBAR LOS ARGUMENTOS.
No comprender la Biblia, o no hacer todo a la perfección, no significa que la persona esté lejos ni de Dios, ni de su Salvación. Todo es un proceso, y como tal, hay que esforzarse en llegar a la meta; perseverar.
Lo importante es que la persona debe concentrarse, y proponerse, aplicar las lecciones y mandamientos que ya ha aprendido. La persona debe estar dispuesta por sí misma; no condicionada ni obligada; debe memorizar, retener y aplicar lo que se le enseña. Esforzarse, practicarlo una y otra vez, acudiendo siempre al auxilio del Espíritu Santo en oración. Sólo de esa manera será posible permanecer en el camino cristiano.
Muchos cristianos, luego que comienzan las rutinas de estudios bíblicos, se llenan de pensamientos negativos sobre sí mismos; sobre el liderazgo o la congregación; y aún sobre las enseñanzas. Algunos síntomas comunes son:
- decir que no tienen suficiente capacidad;
- no creen que Dios le haya dado algún don espiritual;
- decir que la Biblia es muy extensa;
- les parece que siempre hay mucho más para aprender y que nunca lo van a aprender todo;
- se quejan porque disponen de poco tiempo para estudiar;
- observan que sus hermanos en la iglesia saben, o hacen más que ellos;
- se enfadan;
- se critican;
- se llenan de ansiedades;
- sienten envidia de sus colegas o líderes;
- dejan de participar porque otras actividades les resulta más atractivas;
- se desalientan; etc.
Todos esos argumentos no son más que FALSOS conceptos. Pensamientos negativos y engañosos para desviarnos y frenarnos de nuestro propósito en Cristo.

SEGUNDA PARTE: HAY QUE SOMETER LA MENTE A CRISTO.
Debemos aprender a tener una conducta de disciplina mental positiva, y productiva, si es que tenemos la intención de seguir adelante. Nadie puede servir en el ministerio ni ser útil en el Cuerpo de Cristo, si anda con una mentalidad de negativismo y derrota.
Para revertir este tipo de mentalidad, hay que adquirir el hábito de estudiar cada día la Palabra de Dios, la Santa Biblia. Tenemos que llenar nuestros pensamientos de las cosas de Dios, de los mandamientos de Dios, de lo que Dios dice, y de lo que Dios manda. Esto es practicar cada día para tener una mente renovada, conforme los pensamientos de Dios y guiada por el Espíritu Santo; a esto se le llama tener la mente de Cristo. Someter o sujetar, nuestra forma de pensar a la forma de pensar de Cristo, y a la obediencia a la Santa Palabra: La Biblia.
Un ejercicio muy práctico, por ejemplo, para renovar nuestra mente y aprender a controlar nuestros malos pensamientos, es cuando vamos a la iglesia. En cada reunión nos enfocamos más en mirar hacia dentro, que alrededor; no estar observando y distrayéndose con lo que hacen y dicen nuestros líderes y hermanos. Debemos aprovechar cada oportunidad que tenemos, en el lugar que sea y con quien sea, para practicar los frutos del Espíritu Santo. Eso agrada a Dios y a los que nos rodean; es un signo de madurez en el camino del Señor. Al practicar los frutos del Espíritu, estamos automáticamente practicando no dar lugar a malos pensamientos, y dar lugar a tener buenos pensamientos.
Muchos viven en un nivel inferior a los demás, como persiguiéndose a sí mismos con pensamientos de acusaciones y culpas; o que Dios los reprueba y no los acepta ni perdona. Este tipo de mentalidad no es la de Dios. Esta mentalidad a veces mediocre, y a veces de amargura, es provocada por influencias de espíritus inmundos que se aprovechan de la debilidad y del error, para atormentar los cristianos, y no permitirles tener una correcta comunión con Dios; este tipo de pensamientos son influencias malignas que quieren destruir la vida de la persona. Hay que desecharlos, hay que resistirlos, hay que reprenderlos y echarlos fuera en el nombre de Jesús: a los pensamientos, y a los demonios que provocan esos pensamientos en la mente.

TERCERA PARTE: UNA COSA SON LOS PENSAMIENTOS
Y OTRA COSA SON LOS ESPIRITUS EN LA MENTE.
Los espíritus inmundos se aprovechan de los malos pensamientos para contaminar e influenciar la persona, sembrando amargura y todo tipo de cosas malas o negativas en el alma. Algunos cristianos los he visto o escuchado orar y dicen así: ¡fuera pensamiento tal! Por algunos momentos ellos dejan de pensar en eso que los atormenta, pero pronto después regresa. ¿Por qué? Porque se espanta el pensamiento del campo de la mente, pero no el demonio que lo está provocando en el campo espiritual. Hay que reprender y echar fuera el demonio; por otro lado hay que resistir los malos pensamientos, llevándolos cautivos a la obediencia a Cristo. Esto es defender nuestra mente de ataques espirituales malignos, y practicar la mente para pensar las cosas buenas de Dios, o sea, acostumbrarse a tener buenos pensamientos, y no dar lugar al diablo.
Filipenses 3:12 al 14.
No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Dios conoce nuestras limitaciones; todo lo que hacemos, pensamos y sentimos está al descubierto delante de Dios. Las cosas que hemos aprendido y vamos aprendiendo, Dios mismo exigirá de nosotros un examen para ver si salimos aprobados. Dios permite situaciones y adversidades para que cada persona ponga en práctica lo que va asimilando de las enseñanzas de la Santa Biblia. Pero aquellas cosas que aun no se saben, o no se entiende, Dios tiene la santa paciencia necesaria para corregir y volver a explicar cuántas veces sea necesario, hasta que la persona aprende y aprueba.
Si alguien se siente perseguido por pensamientos de acusación, menosprecio, baja-autoestima, humillación delante de Dios por algo que hizo mal o que no hizo, le aseguro que está bajo una influencia mental negativa, que debe ser desechada inmediatamente.
Dios es comprensivo, paciente y amoroso. La intención de Dios hacia nosotros, siempre es de capacitarnos, darnos crecimiento y fortalecernos; jamás Dios desea humillarnos, destruirnos ni maltratarnos. Cuando Dios nos exhorta, lo hace en amor, a veces con severidad, pero siempre con amor. La intensión del Espíritu Santo es de corregirnos, perfeccionarnos o encaminarnos. Cuando cometemos un error, y dentro de nosotros nuestra conciencia nos acusa, lo único que Dios realmente espera y exige de nosotros es que tengamos arrepentimiento, y que estemos dispuestos a arreglar la falta. Pedimos perdón a Dios, y cambiamos por la actitud correcta. Esto es perfecto y aprobado por Dios.
No se preocupe de aquellas cosas que aun está aprendiendo o le son ocultas; ya llegará su tiempo de saber y aprender. Todos tenemos un tiempo y un proceso en las manos de Dios y en el camino cristiano. Nunca utilice una acusación interior, ni una opinión negativa, ni un comentario malicioso que le hayan dicho, para auto-destruirse. No se afane, no se desanime. Haga de cada dificultad y enseñanza, un desafío para superarse y perfeccionarse. ¡Ponga sus ojos y su mente en la meta, en el galardón. Mire a Dios y apóyese en Dios. Nunca se detenga. Corríjase, avance, y siga marchando siempre hacia adelante! En el nombre de Jesús. Amén.

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