- el cristiano sufre porque vive en un mundo contaminado por el pecado (Ro. 8.22; Ge. 3),
- porque posee naturaleza pecadora (que no mejora con los años) (Ro. 7.7-25),
- porque al identificarse con Cristo, Satanás y el mundo son sus adversarios (Jn. 15.18-19; 1 Pe. 5.8; Col. 1.24)
- porque el creyente se identifica con otros miembros del cuerpo de Cristo (1 Co. 12.26).
El sufrimiento en la vida del cristiano entra en una de dos categorías: disciplinario o no disciplinario.
SUFRIMIENTO DISCIPLINARIO:
En un sentido, todo sufrimiento puede ser considerado disciplinario, puesto que disciplina en su sentido más amplio es "entrenamiento en la escuela de Dios", pero empleo esta palabra aquí en su sentido más restringido de "castigo". A veces resulta necesario que Dios aplique disciplina correctiva por causa del pecado en la vida del creyente (1 Co. 11.28-34; He. 12.4-11). Es necesario que el consejero llame la atención sobre el reconocimiento y reacción a este tipo de sufrimiento, el que puede diagnosticarse con un cuidadoso autoexamen buscando pecados inconfesos de comisión u omisión. ¿Hay hábitos pecaminosos que han sido ignorados? ¿He pecado contra otro creyente?
Una vez hecho el diagnóstico debe aplicarse el tratamiento.
La respuesta bíblica a la disciplina divina incluye:
1. Reconocimiento de su fuente. Es una afirmación de mi estado de hijo. Dios me trata como hijo por amor (He. 12.5-6).
2. Arrepentimiento (1 Jn. 1.9; Stg. 5.15). No hay tratamiento adecuado para el sufrimiento, sea físico o mental, mientras que el pecado no ha sido reconocido (Sal. 32.5,1).
3. Entendimiento de su propósito. Dios aplica la presión necesaria sobre el pecado inconfeso para:
- producir santidad (He. 12.10)
- un espíritu obediente (He.12.9)
- frutos de justicia (He. 12.11)
- evitar mayores consecuencias por causa del pecado.
Para tener una adecuada imagen de la disciplina divina es necesario tener in mente los siguientes principios: El pecado siempre trae consecuencias, que pueden considerarse como parte del castigo de Dios. Cuanto mayor es el tiempo que transcurre sin que el pecado sea reconocido más severa se torna la disciplina (1 Co. 12.29-30, 1 Jn. 5.15-16). Dios puede usar la autoridad del gobierno, hogar, escuela o iglesia para disciplinar al creyente (1 Pe. 3.17, 4.15; Ef. 6.14; 1 Co. 5.1-8). Dios no disciplina a sus hijos por pecados cometidos antes de su conversión (aunque las consecuencias pueden aún experimentarse); tampoco los disciplina por pecados que han sido confesados y encarados bíblicamente (1 Jn. 1.8). El es justo. Por último, el sufrimiento disciplinario se torna no disciplinario cuando el pecado es confesado.
SUFRIMIENTO NO DISCIPLINARIO:
Todo sufrimiento es no disciplinario por naturaleza. La filosofía de que donde hay sufrimiento hay pecado domina la actitud de muchos cristianos. Job recibió este tipo de consejo de sus amigos, como muchos otros desde entonces. Aunque exista la tendencia a sospechar de la presencia de pecado donde hay sufrimiento, no debemos permitir que ésta eclipse otras razones.
En cualquier tipo de sufrimiento puede estar presente alguno o todos de los siguientes propósitos divinos:
1. Producir madurez espiritual (Stg. 1.2-4).
2. Producir capacidad de transformar la adversidad en prosperidad espiritual (Stg. 1.2-4).
3. Producir sabiduría: la habilidad de relacionar la verdad con la experiencia.
4. Producir humildad (Stg. 1.9-11).
5. Dar la oportunidad de recibir recompensas (Stg. 1.12).
6. Probar nuestra fe (1 Pe. 1.6-8).
7. Manifestar los frutos del Espíritu (2 Co. 4-11; Ga. 5.22,23).
8. Proveer oportunidades para testificar de Cristo (1 Pe. 3.15; Fil. 1.12).
9. Aprender contentamiento (Fil. 4.11).
10. Ayudar a otros que sufren (2 Co. 1.3-24).
11. Amonestar a creyentes culpables de orgullo y cobardía espiritual (1 Co. 4.9-16).
12. Demostrar el poder de Dios en nuestras vidas (2 Co. 11.24-33; Jn. 9.2).
13. Aprender a obedecer la voluntad de Dios (He. 5.8).
14. Vindicar el carácter de Dios ante Satanás (Job 1.6-12).
15. Instruir al creyente en la santidad del carácter de Dios (Job 42.5-6).
Estas realidades espirituales ayudarán a poner la aflicción en la perspectiva correcta, para luego poder aprender cómo ajustarse al sufrimiento, de modo que los propósitos de Dios
BENDICIONES
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