martes, 18 de noviembre de 2014

LA JUSTIFICACION POR LA FE

Existen quienes aún buscando de Dios, no han cambiado de vida, aún continúan enfermos, con problemas familiares, no logran liberarse, etc. Una de las razones es por el hecho de que la persona al considerarse impura y pecadora, piensa que Dios no la escucha, ni la perdona.

Como seres humanos todos tenemos errores, fallas y pecados. Pero cuando nos humillamos delante de Dios y nos arrepentimos sinceramente, Él nos perdona y por la fe somos justificados.

Satanás es acusador y él siempre va a luchar para hacernos desistir de la fe, para hacernos dudar y pensar que por el hecho de haber cometido errores, no tenemos derecho a las bendiciones de Dios, ni a ser perdonados por Él. Estos malos pensamientos acaban bloqueando la acción de la fe, para dar lugar a las dudas.

“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. (Romanos 5:1). En el momento en que actuamos la fe y creemos en Su perdón, somos purificados, limpios y justificados de nuestros pecados y pasamos a tener acceso a la Presencia de Dios y a Sus bendiciones. El Señor Jesús no ha venido para condenar pero si para salvar.

La fe puede ser probada, pero si nos mantenemos firmes, aferrados a Dios, apoyados en Él, las pruebas, las luchas, las aflicciones y persecuciones que se presenten, servirán para que seamos más bendecidos y fortalecidos en Dios.

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. (Romanos 8:28). Las injusticias, humillaciones, las luchas, persecuciones por causa de la fe, acaban siendo para nuestro propio beneficio. Si somos fieles a Dios, venceremos y seremos honrados por Él.

“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?… ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica”. (Romanos 8:31-33).

Dios es quien nos justifica, porque es Él quien guarda, protege y cuida nuestra vida. El Señor Jesús sabe de todas nuestras aflicciones y angustias, pero es Él quien intercede por nosotros, enviando al Espíritu Santo para salvarnos y guardarnos, y así darnos la victoria. Las pruebas de la fe son una muestra de que estamos agradando a Dios.

No desanime y siga en la fe. Dios le bendiga.

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