domingo, 5 de enero de 2014

La adversidad lleva a la victoria

Textos de referencia: Romanos 8:28; Filipenses 2:12-13
 
En julio de 2000, Lance Armstrong ganó el Tour de Francia por segunda vez consecutiva. En 1999, primer año en el que triunfó, se le dio mucha importancia al hecho de que había sobrevivido al cáncer testicular que posteriormente se extendió a los pulmones y al cerebro. Pero no solo se recuperó del cáncer sino que compitió y ganó la carrera ciclística más prestigiosa del mundo.

Sin embargo, hubo quienes dijeron que la victoria de Armstrong fue vana porque no participaron algunos de los mejores competidores debido a un escándalo de dopaje. Pocos creían que ganaría en 2000, cuando regresaron a la competencia los mejores ciclistas y el recorrido fue montañoso. Y ese año no solo ganó, ¡sino que llegó con la enorme ventaja de seis minutos!

Al analizar esta victoria, un comentarista señaló que fue después de la lucha de Armstrong con el cáncer que se convirtió en un ciclista importante. Después de recuperarse de esa terrible enfermedad tenía dieciocho kilos menos, y mientras aumentaba su importancia en los años de recuperación siempre se mantuvo más delgado de lo que había estado antes. Esta pérdida de peso fue determinante en la práctica ciclística de Armstrong, y jugó un importante papel para que se convirtiera por dos veces en el ganador del Tour de Francia.

Como cristianos, a menudo nos preguntamos por qué suceden cosas malas. Sin embargo, lo que estamos llamados a difundir hoy por medio de la adversidad nos podría ayudar a tener mañana la victoria.

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