miércoles, 16 de abril de 2014

NUESTROS HIJOS ADOLECENTES

¡Hay tanto que enseñar, hay tanto que aprender de esta nueva vida en Cristo, que nunca jamás acabaremos de saberlo todo en esta Tierra! Yo cada día aprendo y voy creciendo en esta carrera para intentar llegar a la meta, que DIOS nos ayuda por medio de esta FE, más apreciada que el oro puro, y así alcanzar el Premio del Supremo Llamamiento en Jesucristo.

Una carrera que estamos todos en ella y nos tenemos que ir pasando el "testigo" unos a otros para ganarla. Aunque ya sabemos que Cristo la ganó por nosotros, ahora nos toca a nosotros sudar la camiseta.

Quiero decir que una de mis principales preocupaciones es el crecimiento espiritual individual y dentro de la Iglesia… este mismo sentir tuvo el Apóstol Pablo.

Nosotros los que ya somos maduros en la carne y nos hemos hecho mayores y tenemos bastante experiencia del mundo de Egipto, nuestra primera necesidad (pienso y siento yo), es APOYAR Y ANIMAR constantemente a todas las juventudes de todas las Iglesias del Señor Jesús.

Por este país en bastantes congregaciones, y si ya somos también maduros y adultos en El Señor, y tenemos experiencia de DIOS, tenemos la responsabilidad inmediata y urgente de preocuparnos por los problemas personales que tienen los jóvenes.

Sabemos perfectamente que ahí fuera tienen un mundo lleno de una glotonería de placeres con ¡Sabor bombón chocolate, nata, vainilla! ¡Vaya canela tan apetitosa! ¡Eh! Cualquier joven no le mete la mano o el ojo. Hasta nosotros que ya somos mayores podemos ser tentados a esta sociedad tan rica de ocio y placeres ¿Verdad? Ya lo sabemos todos los cristianos ¿Verdad? ¡El diablo anda suelto como león rugiente y buscando a quién poder devorar!

Pero para eso tenemos toda la Palabra de Cristo de todo Poder, para contrarrestar toda tentación o ataque de satanas. Como así dice en 1Juan:
- Os escribo a vosotros hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su "SANGRE".
- Os escribo a vosotros, jóvenes porque habéis vencido al maligno.
- Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al PADRE.
- Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la Palabra de DIOS permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno.

Deseo de todo mi corazón (aprovechando esto del internet) de tener que pedirles ¡PERDON! a todos y mayormente a aquellos jóvenes y jovencitas que hace poquito que conocen del ¡DIOS PADRE! y se convirtieron pasando de muerte a VIDA. les pido ¡PERDON! por muchos de los escritos que hacemos, por la dureza que a veces hay en ellos. Y el contenido firme y muy contundente.

He conocido jóvenes que dejaron de congregarse por muchas razones, de entre todas ellas me decían que era duro lo que decían los pastores y que no llegaban a entender. ¡Se asustaban y se iban! A veces sin darnos cuenta, y por ello les he pedido ¡PERDON!, les damos un alimento bastante fuerte y que aún no pueden comerlo ni digerirlo. No obstante, mientras vayan leyendo las escrituras y vayan conociendo a Jesucristo, se daran cuenta que todo lo hacemos por el entrañable amor a Nuestro DIOS y PADRE de Nuestro Señor JESUS, y por sus almas; para que vayan creciendo con sabiduría, inteligencia y tengan los menos obstáculos posibles (por el engaño y la mentira que hay).

Personalmente me pongo a mí mismo, pues tenemos que tener cuidado con los jóvenes, sobre todo con nuestros propios hijos ¡son muy frágiles! Pues algunos hemos sido tan cargantes que los hemos aburrido, se cansan y se van. Lo digo por experiencia personal y por los demás conocidos.

Hay que saberse controlar y tener mucha paciencia y dominio propio ante ellos. ¡Gracias a DIOS que con Jesucristo no hay nada perdido! De todas formas debemos corregirlo y enseñarlos en enseñanzas del Señor (esto ha de ser siempre así), porque así lo manda Nuestro Padre Celestial.

¡Ahora bien, repito, tengamos mucha, mucha paciencia! Pues les ha tocado vivir un siglo muy difícil y muy peligroso. Por eso el apoyo ha de ser constante en todos los problemas que les surjan día a día, pero sin llegar a cargarlos e intentar ponerse en sus carnes y darles las salidas siempre con las enseñanzas de DIOS.

EL que hace la obra en sus vidas y los riega es Jesucristo, y muchas veces sin darnos cuenta, apartamos a DIOS y nos ponemos nosotros delante con nuestro ego humano. O sea, les mostramos dos condiciones, sin darnos cuenta:
1ª La de ser muy cargante o fanático.
2ª El poner por nuestra propia cuenta, nuestro ego humano.

Yo lo comprendo y lo entiendo, pues son tantos los deseos que sigan al Señor y vayan a su obediencia y disciplina, que muchas veces nos pasamos, pero insisto: ¡Cuidado son muy frágiles! ¡MUCHA PACIENCIA! Y ante todo con mucho cariño y amor porque nosotros aún siendo de Cristo y teniendo el Amor de DIOS, jamás llegaremos a amarlos como DIOS, nuestro PADRE, los ama y los seguirá amando, como Jesucristo sabe. Porque ¡ÉL es el DIOS de todo AMOR Y SABER!

BENDICIONES

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