"Y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia"
(Éxodo 31: 3)
Todos necesitarnos sabiduría para manejar los asuntos de nuestra vida. Hay momentos cuando no sabemos qué hacer, adónde ir, qué decir, ni siquiera qué pensar. Si compartimos nuestro desconcierto con otras personas, cada una tendrá un consejo diferente para darnos.
Si escuchamos a todos sólo conseguiremos confundirnos más. Podemos encontrar consejos sanos en la gente que nos rodea; también hay libros que tratan distintos temas y pueden orientar pero, en definitiva, somos nosotros, personalmente, los que debernos tomar las decisiones y determinar el curso de nuestras acciones.
Qué maravilloso es saber que tenemos una fuente inagotable de sabiduría a nuestra disposición.
Cuando Moisés, el siervo de Dios y líder del pueblo de Israel, tenía que construir el Tabernáculo (una especie de capilla de campaña que los israelitas usaron mientras cruzaban el desierto), Dios llenó de Su Espíritu de sabiduría e inteligencia a un hombre, llamado Bezaleel, para que realizara el trabajo. ¿Qué decisión debe tomar? ¿Para qué necesita sabiduría? El Espíritu del Señor está en nosotros para guiarnos.
Cuando más aprendemos a escuchar Su voz, más fácil se nos hace confiar en Él y tomar las decisiones sin equivocación.
Señor Amado: Qué sensación de paz da el saber que Tú pones en mí el Espíritu de sabiduría y me guías en las grandes decisiones de la vida, como también en las pequeñas. Recibo ese poder ahora, recibo la iluminación Divina y te doy gracias, Padre, en el Nombre de Jesús.
Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada
en Cristo Jesús"
(1 Corintios 1:4)
Amén.
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