Hechos 1: 12-14 “Entonces regresaron a Jerusalén (…) Cuando hubieron entrado en la ciudad, subieron al aposento alto donde estaban hospedados, Pedro, Juan, Jacobo y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Jacobo. Todos éstos estaban unánimes, entregados de continuo a la oración junto con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con los hermanos de El”.
Los discípulos luego de ver a Jesús cómo subía al cielo volvieron a Jerusalén. Sabían que algo iba a suceder con ellos porque Jesús se los había prometido en los versículos 4,5 y 8. El Espíritu Santo se iba a derramar sobre sus vidas y sería en Jerusalén. La Biblia cuenta que ellos volvieron allí y permanecían unánimes y perseverando en oración.
La palabra unánime viene del latín “un anamis” y significa “un alma”, una misma forma de sentir sobre algo. Muchas veces para que Dios cumpla las promesas que tiene para con nosotros, debe encontrarnos unánimes, con una misma alma, sintiendo lo mismo. Nos tiene que encontrar de acuerdo. Si vos te pones de acuerdo con tu amigo, o compañero El promete que va a obrar. (Mateo 18:19)
Lo otro que hacían era perseverar en oración. Perseverar es continuar, es seguir haciendo algo, aún cuando no se vean los frutos, pero sabiendo que algo pasará. No es pasarse todo un día orando, sino hacerlo seguido, con continuidad, todos los días un rato.
Las dos formas de preparar el terreno para que Dios cumpla una promesa es:
1- Estar en un clima de acuerdo, de unidad.
2- Orar sin tirar la toalla.
Ahora te toca a ti.
¿Por qué cosas te juntarías con tus amigos a orar al Señor?
¿Qué cosas se te ocurren que podes hacer, cuando te canses de orar, para no aflojar? (Dos consejos podrían ser orar con los ojos abiertos, o caminando por tu pieza)
Reflexiona en esto:
Los Protagonistas de hoy son los discípulos, un grupo de gente común y corriente que por estar unidos y buscando a Dios… lo encontraron.
Curiosidad: No es casual que Lucas, el escritor de Hechos, aclare que entre los que se juntaban había mujeres y estaban los hermanos de Jesús. A las mujeres judías se les prohibía participar activamente de una ceremonia religiosa. Sin embargo, el nuevo movimiento que inauguraba Jesús con los apóstoles, las aceptaba y las incluía como parte importante del grupo y del culto. Los hermanos de Jesús muchas veces habían desestimado su valor y ministerio (Juan 7.5), sin embargo ahora también ellos se reunían con sus discípulos. Con el tiempo reconocieron el ministerio de Jesús y uno de ellos, Jacobo, llegó a ser un gran líder de la Iglesia del siglo I.
Bendiciones |
|
No hay comentarios.:
Publicar un comentario