Entre los adolescentes es común escuchar a los chicos decir: “mis padres no me entienden” o “los profesores están en sus cosas” o también “viven en la prehistoria y no se animan a conocernos”. Es un desafío, para todos aquellos que estamos involucrados en el servicio ministerial, el conocer el mundo adolescente en su totalidad y no solo su primera capa o lo que muestran en apariencia.
A medida que nuestro compromiso es mayor con los chicos, nos daremos cuenta que muchas veces no son lo que aparentan y nos equivocamos en juzgarlos de forma integral, conociendo solo una porción de sus vidas.
SUPERFICIES DE ESTE MUNDO
Primera capa: cuadro idílico / cosmético
Es aquella imagen que todos perciben del adolescente. Es aquel chico lleno de alegría, despreocupado y hasta irresponsable pero sin complicaciones. La conformidad está presente, por lo tanto, participa de aquel sistema que le han impuesto.
Es en esta capa donde el adolescente cumple con diferentes roles y a su vez, actúa según a quién tenga que responder. Es aquí donde podemos ver al chico dividido (o sus múltiples yo) en hijo, estudiante, deportista, integrante de un grupo, amigo, etc.
A diferencia del adulto que ha desarrollado su identidad como una unidad, el adolescente busca presentarse aquí como el que responde a todos los adultos y pares que tiene delante. Aquí el rendimiento y la imagen resultan fundamentales.
Segunda capa: cuadro de supervivencia / presión
Aquí es donde el adolescente lucha por sobrevivir. Los temores internos, la soledad, inseguridad hacen su aparición. Pocos ingresan a esta segunda capa: sólo aquellos que se han ganado la confianza y no tienen propósitos egoístas o dobles intenciones.
Los que generalmente acceden a ella son los amigos, quizás algún adulto, pero para eso deberá trabajar.
En esta capa es donde el adolescente toma las decisiones determinantes de esta etapa del desarrollo (adicciones, hábitos sexuales, imagen de hombre y mujer, perspectiva sobre Dios, relación con los padres, etc.). El adolescente necesita del adulto y lo sabe. Sin embargo, no encuentra respuesta de los mismos ya que están ocupados en sus intereses personales y hedonistas propios de la posmodernidad.
¿POR QUE NO VEMOS LA SEGUNDA CAPA?
Los estudiosos, profesores y adultos en general no se ponen de acuerdo en definir esta nueva adolescencia. Algunos argumentan saber de qué se trata y hasta se animan a diferenciar entre pre-adolescencia, adolescencia y juventud. Sin embargo, el nuevo mapa de relaciones y las culturas establecidas nos desafían a pensar en la adolescencia como un etapa que dura hasta trece años y no ya dos o tres años como afirman los teóricos de la vieja guardia.
Hoy vemos a chicos de once o doce años siendo apurados para vivir y algunos de hasta 25 años promedio continúan viviendo en la casa paterna sin ninguna responsabilidad. Esto nos habla de cambios en el concepto de adolescencia. Esta etapa de transición es “amorfa” ya que cambia con el correr de los años y en cada culturas tiene su matiz. Por otro lado, la visión de la adolescencia que tienen los adultos es borrosa, lo que trae consigo una despreocupación o un abandono por esta etapa.
Frente al abandono vivido, los adolescentes han construido un mundo subyacente, un mundo donde no todos pueden ingresar y donde se desarrollan las emociones, los temores y las decisiones más importantes. Ellos percibieron que no los tuvimos en cuenta en la construcción del mundo donde vivimos. Sólo nos interesamos por ellos cuando tenemos rédito y en esto han caído la casi totalidad de las instituciones (colegios, iglesias, clubes, etc.)
LAS CAUSAS DE ESTE MUNDO
Ahora debemos preguntarnos qué ha llevado al adolescente a crear un mundo donde las llaves sólo la consiguen aquellos que tienen intereses puros, entienden sus necesidades y los ayudan.
1. Los intereses
Se dieron cuenta que los adultos los utilizan para propósitos personales y no para ayudarlos. El potencial que les permiten desarrollar es aquel que aporta a los objetivos de las instituciones creadas por los adultos y sus deseos de realización.
2. La comparación
Los adultos creyeron que era más de lo mismo. El mundo adulto cree que la adolescencia de hoy es la misma que la de ayer y se comparan con los chicos posmodernos. Los adolescentes de hoy no quieren que se los comparen con aquellos que los han abandonado y menos aún que les digan que los entienden.
3. El mensaje externo
El mensaje que reciben del mundo adulto es corrupción, contradicción, centrarse en sí mismo, falsa seguridad en las cosas, independencia de Dios, entretenimiento pasajero, comodidad, vivir el momento, corrimiento del foco de las instituciones en objetivos económicos y no apuntando a sus necesidades.
4. El mensaje interno
El concepto de familia ha cambiado. La familia tradicional con sus valores y principios ha sido relegada y han aparecido una serie de uniones que confunden y quitan seguridad al adolescente. El divorcio ha aumentado a un 52% y sigue en suba, por lo que la institución familia está sufriendo un gran golpe y por ende los chicos se ven afectados considerablemente al no tener un hábitat de seguridad para desarrollar su identidad. Esto trae como resultado una adolescencia prolongada
COMO CAMBIAR UN POCO ESTO
No es sencillo cambiar, llevará tiempo, pero es necesario una abrir los ojos y ver la situación de nuestros chicos y el abandono sistémico que viven. Sin embargo, como adultos que vivimos con adolescentes debemos intentar ingresar a su mundo para ayudarlos y permitirles disfrutar de seguridad en esta etapa tan importante de sus vidas.
Para esto quiero darte, a modo de ejemplo, algunos intentos que pueden ser válidos para revertir esta situación:
- Invertir en las vidas individuales.
- Romper con la efebofobia .
- Acercarnos sin propósitos egoístas o segundas intenciones.
- Interesarnos en lo que pasa en la segunda capa.
- Ser confiables y comprometidos.
- Mirarlos desde una nueva perspectiva (entender sus múltiples “yo”).
Para concluir, recordemos la fábula del idiota.
En un pueblo indio, había un muchacho al que llamaban “el idiota”. Un visitante extranjero oyó hablar del chico y quiso averiguar el por qué.
Un día, lo vio entre un grupito de gente, se acercó y observó. Algunos le enseñaban una moneda de 1 peso en una mano y una de 5 centavos en la otra, y le daban a elegir; el muchacho pensativo, acababa por elegir la moneda de 5 centavos y con ello causaba grandes risotadas a todos.
“Ese es el idiota!”, decían provocando que varios, en el afán de reírse del muchacho, le continuaran poniendo las monedas, acabando siempre por
la risa.
El extranjero indignado, llamó al muchacho y le dijo: “¿Cómo consientes tanta burla? Cuando te ofrezcan las monedas, no seas tonto y elige la de 1 peso, que tiene más valor y evitarás que se burlen de ti”. El muchacho le contestó: “Señor, yo no soy idiota, si eligiera la moneda de 1 peso ganaría una vez, pero no provocaría risa ni afán de ofrecerme más monedas, mientras que eligiendo la de 5 centavos cada vez, he reunido muchísimo más dinero de 1 peso y ellos siempre tienen ganas de ofrecérmelas otra vez
para reírse”.
La apariencia del adolescente medio nos puede llevar por un camino equivocado. Podemos clasificarlos de una manera que no nos permita conocerlos realmente y menos aún servirlos con excelencia. Descubramos, como el extranjero, quiénes son los adolescentes en verdad y no nos conformemos con decir “Déjalos, son adolescentes, no valen la pena”.
BENDICIONES
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